Durante el mes de marzo, el personal de la Fundación Museo del Mar de Ceuta se ha embarcado a bordo del Buque Oceanográfico Sarmiento de Gamboa para colaborar con el proyecto SANIMED (Sediment gravity flows and ANthropogenic Impacts in a MEDiterranean deltaic-and-canyon environment: Causal relationships and consequences), codirigido por los investigadores Francisco Lobo Sánchez y Ángel Puga Bernabéu, pertenecientes al Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra CSIC y a la Universidad de Granada, respectivamente.
Este proyecto tiene como objetivo la investigación sobre los grandes cañones submarinos que seccionan la plataforma continental en Granada, iniciándose desde casi la orilla del mar y sumergiéndose a unas profundidades de hasta 800 metros, generando laderas con unas pendientes vertiginosas y prominentes paredes verticales submarinas de cerca de 100 metros de altura.
Estas áreas se incluían dentro de los puntos de trabajo planteados durante el proyecto Obioma (Observatorio de la Biodiversidad de la Macaronesia y el Mar de Alborán), que desarrollamos desde inicio de 2023 con la colaboración del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, analizándose toda la información obtenida por el Museo durante esta campaña en el seno de este proyecto.
Durante el mes de marzo, el personal de la Fundación Museo del Mar de Ceuta se ha embarcado a bordo del Buque Oceanográfico Sarmiento de Gamboa para colaborar con el proyecto SANIMED (Sediment gravity flows and ANthropogenic Impacts in a MEDiterranean deltaic-and-canyon environment: Causal relationships and consequences), codirigido por los investigadores Francisco Lobo Sánchez y Ángel Puga Bernabéu, pertenecientes al Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra CSIC y la Universidad de Granada, respectivamente.
Este proyecto tiene como objetivo la investigación sobre los grandes cañones submarinos que seccionan la plataforma continental en Granada, iniciándose desde casi la orilla del mar y sumergiéndose a unas profundidades de hasta 800 metros, generando laderas con unas pendientes vertiginosas y prominentes paredes verticales submarinas de cerca de 100 metros de altura.
Estas áreas se incluían dentro de los puntos de trabajo planteados durante el proyecto Obioma (Observatorio de la Biodiversidad de la Macaronesia y el Mar de Alborán), que desarrollamos desde inicio de 2023 con la colaboración del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, analizándose toda la información obtenida por el Museo durante esta campaña en el seno de este proyecto.
Nuestra función en el equipo ha sido sencilla y a la vez muy compleja, pues hemos sido los biólogos encargados de recopilar la información referente a las especies naturales presentes en las áreas de estudio y discernir qué muestras es necesario obtener.
Al importante equipo humano internacional que ha integrado esta campaña se han unido dos integrantes tecnológicos, el UAV (Underwater autonomous vehicle) Barabas y el ROV (Remote operated vehicle) Luso.
Barabas es un vehículo autónomo capaz de sumergirse hasta profundidades dignas de asombro para recopilar información sobre el fondo marino, generando imágenes a partir de ondas acústicas que son extrapoladas a mapas. Estos mapas permiten conocer con gran exactitud y alta resolución los diferentes hitos morfológicos presentes en los cañones submarinos.
Luso es un ROV impresionante sobre el que se despliegan una plétora de instrumentos científicos que permiten realizar mediciones constantes del agua y el fondo marino, estando armado con dos brazos articulados que permiten recoger muestras con una agilidad difícil de explicar.
La mezcla de ambos es sin duda una combinación ganadora. Los puntos de interés marcados por Barabas durante sus transectos son seguidamente sondeados por Luso en sus inmersiones, permitiendo verificar puntos de interés.
De esta forma, hemos encontrado una serie de hábitats en estas zonas en los que la vida florece de forma maravillosa, generando oasis en medio de llanuras y laderas de sedimentos que a primera vista parecen desiertas.
Los corales dominan estos oasis, generando bosquetes con un sinfín de formas y colores. Destacan los descubrimientos de corales negros y madreporarios aferrados a las rocas y paredes. Entre las pequeñas oquedades situadas a los pies de estos animales y sus ramas, que pueden tardar en crecer centenas de años, aparecen decenas de especies de peces, gambas, estrellas de mar, ofiuras y caracolas. Estos pugnan por ocupar los mejores puestos en el arrecife, estando siempre preparados para capturar el alimento que, para muchos de ellos, se precipita desde la superficie en forma de abundantes flóculos de materia orgánica.
Estos oasis se ven no obstante sometidos a un ataque constante. Las basuras arrojadas en las playas y ramblas son arrastradas por el mar hasta estos cañones submarinos, que actúan como sumideros para los desperdicios humanos. Hemos encontrado todo tipo de residuos y en anteriores campañas llegaron a encontrar piezas tan voluminosas como tumbonas de playa. Además de este impacto, se aprecian las profundas heridas que la pesca ha dejado sobre estos frágiles hábitats. Aunque actualmente estos impactos parecen haberse reducido, sus cicatrices aún tardarán en sanar. Más aún cuando mayores amenazas, como la realización de obras que cambiarán la dinámica litoral cercana o la creación de grandes campos de generadores eólicos sobre ellos se empiezan a percibir en el horizonte.